martes, 29 de enero de 2013

Libre te quiero

Martín Patino retrata la felicidad callejera del 15-M

El documental ‘Libre te quiero’ se estrena en la Seminci de Valladolid

El movimiento "liberó la imaginación de millones de personas en el mundo", asegura el cineasta

 
El director Basilio Martín Patino en la madrileña Puerta del Sol, ocupada por los miembros del movimiento 15M. / DAVID PANIZO
Basilio Martín Patino está estos días recordando al famoso comisario Yagüe que en los años más duros del franquismo venía a cada poco a detenerle a su casa del pueblo de Fuencarral para llevarle a la Puerta del Sol, sin saber muy bien el porqué. “Era bajito y gordito. Nos ponía a todos en fila en una habitación siniestra e íbamos pasando delante de él. Normalmente había muchas chicas y a todos, incluidas ellas, les atizaba unas hostias… Pero cuando llegaba mi turno no me tocaba. Yo hasta me mosqueaba y un día me enfrenté a él y le dije que por qué no me pegaba a mí. No me contestó y me hizo pasar sin hacerme nada. Creo que como yo era un personaje conocido que salía de vez en cuando en los periódicos europeos, en Le Monde, no se atrevía a tocarme. Tenía mucha mala leche, no nos llegamos a hacer amigos pero nos veíamos mucho y terminamos por respetarnos, aunque yo algunas veces me puse gallito y agresivo”.
Ahora todo ha cambiado para Martín Patino en la Puerta del Sol. Al menos en la calle. A sus 81 años, el director de títulos tan emblemáticos del cine español como Nueve cartas a Berta, Canciones para después de una guerra o Queridísimos verdugos, ha presentado hoy en la Seminci de Valladolid, fuera de concurso en la sección Tiempo de Historia, un emocionante documental, Libre te quiero, donde rescata la felicidad que se vivió en la plaza madrileña en torno al 15-M en 2011 y sitúa en la memoria colectiva este movimiento que “liberó la imaginación de millones de personas en el mundo”. “Fue una reacción hermosa y espontánea de la sociedad. Una conmoción colectiva, una fiesta”, aseguraba Martín Patino, bastón en mano, tras la proyección del documental, que contó con la actuación en directo de Amancio Prada, interpretando la canción que da título al trabajo con letra de Agustín García Calvo. “Libre te quiero / como arroyo que brinca / de peña en peña / pero no mía”. Al final, Prada dijo: “Con esta película se recupera la esperanza”. La música de Libre te quiero ha inundado la sala llena del teatro Zorrilla, donde previamente se proyectó otro trabajo sobre el movimiento que nació en Madrid en mayo del año pasado, Ensayo de una revolución, dirigido por los gaditanos Pedro Sara y Antonio Labajo, que narra la acampada en la plaza de los Palilleros de Cádiz y los deseos de cambio que durante esos días vagaron por tantos rincones de España.
Sin guion previo –Martín Patino se lanzó a la plaza madrileña desde su cercana vivienda al oír los gritos, la música y las canciones que llegaban de allí y al día siguiente ya estaba rodando día y noche con varias cámaras y colaboradores– Libre te quiero deja que las imágenes hablen por sí solas, sin comentarios, entrevistas a cámara o voces en off. Solo con el sonido de las canciones en la calle, las consignas de los acampados, los gritos de las manifestaciones y la música de Amancio Prada. “Es una hora de la más grande fiesta callejera que uno pudiera imaginarse”, dice su realizador, que rodó 25 horas en total.
Nada parece haber escapado a la mirada de este cineasta tan personal. En la misma Puerta del Sol, el director salmantino y su equipo cruzaban cada día la plaza y sus alrededores para buscar los mítines, el reparto de comida, el baño de unas jóvenes en la fuente, la limpieza de las calles. También ese enfrentamiento, diríamos cívico, que se vivió entonces entre las fuerzas policiales y los jóvenes acampados en Madrid, al contrario de la violencia que se instaló por esos mismos días en Barcelona, y que Martín Patino también ha incluido en su trabajo. “Llega un momento en el que no entiendes nada, que todo es absurdo. Yo me preguntaba: '¿Por qué no dejan a estos chicos que hagan lo que quieran y que chillen y que acampen si no hacen daño a nadie?”. A este cineasta, el director de la Seminci, Javier Angulo, le ha calificado como “curtido en tantas guerras y tan joven”.
Un tanto apabullado y extrañado por la acogida tan emotiva que le brindaron en el teatro Zorrilla, aplausos interminables al final, Martín Patino ha dejado claro que él no es apóstol de nada, ni tiene vocación de misionero, pero que detrás de toda aquella alegría había discusiones políticas apasionantes.“No lo hice por ningún motivo político, sino por pura satisfacción personal. En ningún rodaje he sido tan feliz. Fueron días de respeto colectivo, de una sensación de estar rodeado de gente amable y de una gran camaradería”.
Más de una sorpresa se encontró Martín Patino en Sol. Una tan personal como el descubrir a su hija con unos amigos que habían colocado en un lateral de la plaza una placa que ponía así: “Dormíamos, despertamos”. Hoy más de uno ha despertado de nuevo en la oscuridad de un teatro de Valladolid.

lunes, 21 de enero de 2013

"Que la vida imite al arte"

Sobre animismo

Sobre Animismo
Animism, Anselm Franke (ed.), StenbergPress, Berlin, 2010
Animism, Revisionem der Moderne, Irene Albers and Anselm Franke (eds.), Diaphanes, Berlin, 2012
Animism, Anselm Franke (ed.), e-flux journal, July 2012 http://www.e-flux.com/issues/36-jul... 12/
El término animismo adquirió su máximo desarrollo a partir de las exploraciones etnológicas europeas del siglo XIX. Aquellas investigaciones consideraban animistas a las sociedades “primitivas” que atribuían alma a las cosas. Desde entonces, toda comunidad que creyese en cierta agencia del mundo inanimado pasó a ser considerada a juicio de la iluminada Europa como “atrasada”, “supersticiosa” o poco racional. Así entendido, el animismo condensaría buena parte del proyecto de la modernidad y sus contradicciones así como la evidencia de su naturaleza colonial.
Para Animism, comisariado por Anselm Franke y compuesto por una exposición en distintas instituciones culturales europeas, un seminario internacional en HKW de Berlín y dos publicaciones, el animismo no se refiere solamente a un tiempo de la historia. Es además un concepto transhistórico que nos puede ayudar a entender nuestro presente, si asumimos, como afirmaba Bruno Latour, que nunca fuimos modernos. Ciertamente el pensamiento de Latour parece sobrevolar todo el proyecto. En parte esto se hace evidente en los textos de Franke como en la propia entrevista con el pensador francés en el volumen I de Animism, en la que Latour deja claro que si bien no podemos afirmar que las cosas tienen alma, éstas sí que hablan y por tanto son poseedoras de agencia. En este sentido la naturaleza mimética de buena parte de las prácticas animistas produce un conocimiento mimético que nos pone en relación con el entorno y genera otro tipo de relaciones distinto al de la modernidad. Hoy en día, sumidos como estamos en el semiocapitalismo, esa fase del capitalismo en la que las relaciones basadas en los afectos, el lenguaje y los deseos pasan a ser centrales en la producción, nos parece pertinente usar el animismo como una herramienta para pensarnos. Frente a la construcción del sujeto moderno, por fuerza basada en la diferenciación y la distancia, (el sujeto solamente podría realizarse desde una negación absoluta y rechazo de la existencia de un alma de los objetos, ya que solamente a través del desprecio al animismo el sujeto puede ser) esta producción mimética nos ayuda a entendernos mejor y a cuestionarnos conceptos esenciales de la modernidad como los propios de alienación o emancipación. Ya la tesis central de Latour en Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica (1991) cuestionaba la división entre cultura y naturaleza del proyecto moderno y defendía que quizás nuestra sociedad occidental nunca funcionó de acuerdo a esa división. Aquellas líneas divisorias, taxonomías y categorizaciones de la modernidad no hicieron más que generar nuevos objetos híbridos que desbordaban los límites establecidos y que son recogidos en Animism a través de las investigaciones de artistas, antropólogos y sociólogos. El proyecto en sus diferentes publicaciones abarca a través de las imágenes y desde distintas perspectivas (desde la legal, la clínica o la colonial) la movilización de los sistemas de inclusión y exclusión que quedan definidos en los propios conceptos de ciencia y naturaleza.
Así, el animismo como una ontología de sociedades “sin estado y en contra del estado”, como lo definiera Eduardo Viveiros do Castro, también en Animism, sirve para cuestionar con Foucault las prácticas divisorias del mundo moderno: desde la enfermedad mental, la esquizofrenia y el autismo, a la división entre vivos y muertos o el interior y el exterior en la propia construcción del sujeto. En este sentido son interesantes las aportaciones de Agency, que cuestiona los límites de la legislación; Avery F. Gordon que profundiza en la historia del crimen; o la contribución que hicieran Angela Melitopoulous y Maurizio Lazzarato con su texto Machinic Animism en el que siguen muy de cerca las aportaciones de otro pensador fundamental para este proyecto: Felix Guattari. En el animismo maquínico que describen los autores, la subjetividad, que ya en Guattari quedaba definida como un ensamblaje (assemblage) asociado a un sujeto singular, está descentralizada con el fin de repensar el objeto y el otro como interconectores de una subjetividad parcial, no cerrada en sí misma.
Animism se suma a cierta corriente internacional que en la última década ha cuestionado la construcción monolítica de la modernidad y nos muestra de forma continua sus múltiples fallas a través de sus contradicciones, hibridaciones y movilidad. Pero en el caso concreto de Animismeste cuestionamiento nos sirve además como recurso para pensar la evolución del capitalismo hacia una relacionalidad gobernada por los afectos y las subjetivaciones (en muchas ocasiones además mimética y estandarizada). Si volvemos al animismo no es a consecuencia de la evolución de la ciencia, sino más bien por nuestra necesidad para pensarnos en medio del semiocapitalismo. En este sentido nos resulta revelador el artículo de Isabelle Stengers, Reclaiming Animism, ya que, como afirma la autora, quizás la brujería que nos tiene sin habla, atrapados en un mundo de falsas elecciones, en un sistema que nos gobierna sin apenas alternativas, no sea otra que la brujería del capital.

Re-Visiones

martes, 8 de enero de 2013

Botiquín

¿Os acordáis que en el mes de octubre os hablé de una conferencia con Ana María Orellana? Pues bien, dije que iba a ser muy importante. El motivo: un grupo de alumnas de la Facultad de Bellas Artes nos hemos unido para formar el equipo Botiquín. ¿En qué consiste? 
 
Proyecto BOTIQUÍN

El proyecto Botiquín se compone de cinco micro-proyectos dentro del Centro Madrid Salud de Usera:
Un Salón Para Todos, Análisis y Retención, Engranaje Sináptico, Compartir las Miradas y MESA

Hemos trabajado con los profesionales del centro desde lenguajes artísticos para mejorar y proponer nuevas formas de mirar la alimentación, la memoria y la participación ciudadana desde el arte.
La conclusión de todas las propuestas ha sido que la gente está dispuesta a participar y comunicarse, solo hay que darles un lugar para la interacción.

La propuesta Botiquín ha sido ese lugar de comunicación en el CMS de Usera desde donde nos hemos enriquecido mutuamente los profesionales del centro, los visitantes y el colectivo de artistas.
Componentes del grupo:

- ALICIA ROY
- LUCIA AÑIBARRO
- MARIA VERÓNICA DIEZ
- MARGARITA ALONSO
- CLARA FERNÁNDEZ
- MARÍA GIL
- ESTHER (GEUL) BANG

Nuestros blogs:
http://artebotiquin.blogspot.com.es/
http://botiquinmesaredonda.blogspot.com.es/
http://unsalonparatodos.blogspot.com.es/